IV
Me
di la vuelta y vi un hombre gordo y tremendo. Su cara me dio la piel de
gallina.
- Tú y yo tenemos que
hablar.
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Entonces
Para que mi
historia sea completa, tenemos que retornarnos al momento cuando empecé a
trabajar como importador de los coches usados. Como he mencionado, muy pronto
me acostumbré a esa nueva realidad. De un chico que no sabía que hacer y andaba
mal de dinero a un tío que podía comprar todo lo que quería. Al principio, no
sabía que el negocio, al cual me introdujo Jaime, sería ilegal. Sin embargo,
muy pronto me enteré de que Jaime a través de los coches traficaba las drogas.
No quería nada que ver con esto, pero en el mismo tiempo no quería volver a mi
antigua vida. Empecé a haver la vista gorda y trataba de mantenerme alejado de
los problemas, pero por supuesto, esto era imposible. Entré en un mundo del
cual no había regreso.
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Ahora
Inmediatamente reconocí a la
persona que sostenía el cuello de mi camiseta. Diego me miraba atentamente. No
podía saber qué expresaban sus ojos. ¿Odio? ¿Diversión?
- ¿Que quieres de mi? – intenté que mi voz sonara fuerte, pero en
realidad estaba temblando de miedo.
- Sabes que te gusta mucho. – empezó. – Eres un tío muy bueno, pero
me causaste problemas.
El dolor se extendió por todo el cuerpo y mi corazón
latía tan rapido como si quisiera salirse de pecho.
- No te entiendo, Diego.
Déjame en paz. Debes confundirme con alguien... No hemos hablado en casi un
año...
Diego se rió.
- Recuerdas este mercedes que has importado hace 3 meses? –
preguntó.
Por supesto que lo recordaba, porque fue un buen
trato.
- En este coche estaban $100 000 en drogas – contestó. – por tu
culpa, ahora están en las manos incorrectas. Perdí muchisimo dinero y mis
clientes no están contentos. Tenemos que solucionarlo de alguna manera.
De nuevo escuché los disparos y en el patio ví Jaime
con la pistola. Esta vez no me lo pensé como antes y me levanté para
huir lo más rápido que podía.
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