Huye!
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ENTONCES
Hace tres años, me mudé de casa de mis padres, porque
nesesitaba un respiro. Quería completa libertad, pero en el mismo tiempo no
sabía que quisiera y que debiera hacer. Justo después, me despidieron del
trabajo, pero de todos modos, no habría querido trabajar en esta maldita
empresa. Y aquí es donde conocí a Jaime. Un día mi amigo de escuela organizó
una fiesta. Mucha gente, mucho alcohol, muchas drogas. La gente aspiraba todo
lo que podía y entonces se sentían como estaban en los cielos. Jaime era uno de
ellos. Por las drogas, a veces se comportaba como un loco y siempre tenía las
ideas extrañas, pero en esos tiempos me ayudaba un montón. A pesar de ser un
drogón, era muy inteligente y sabía como manejarse. Se dedicaba al comercio de
vehículos. Importaba los coches de segunda mano y ganaba camionadas de dinero. Quería
ser como él, vestirme como él, tener coches lujos y presumir. Con rapidez entré
en este negocio. Al principio, todo iba muy bien. Empece a ganar más dinero y
aquilé un piso. Aunque, no era un apartamento bontio, por fin no tenía que
vagar por los pisos de mis amigos quienes se cansaron de soportar mi presencia.
No sabía entonces que lo que estaba haciendo sería el principio de mis
problemas... Pensaba que había tomado el toro por los cuernos. Si solo hubiera
sabido entonces, que terminaría envuelto en los negocios de la mafia...
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AHORA
Finalmente, he logrado de levantarme de la acera fría. Aunque,
el dolor de mi pie indicaba que estoy a punto de desmayarme, no podía quedarme allí todo el día. Decidí encontrar los
tíos que me lo hicieron y enterarme de que estaba pasando. La primera persona
que me vino a la cabeza fue Jaime. Jaime siempre sabía todo. Aunque, en los úlitmos tiempos tampoco ha estado seguro y la gente extraña le ha acosado,
estaba seguro de que me ayudaría. Miré a mi alrededor. Parecía que estaba en
las afueras de la ciudad y esto significaba que me encontraba cerca de la casa de
Jaime. Me costaba muchisimo encontrar el camino a su casa, lo que fue un reto
sin teléfono ni gps. Con dificultades, por fin estaba enfrente de su villa. Llamé
a la puerta, que abrió tan rápidamente como si supiera exactamente que iba a
venir y lo estaba esperando.
- - No deberías estar aquí. - me dijo. - Ellos... Los hombres
que te lo hicieron – señaló a mi cara. – están cerca. Huye!
Parecía asustado. Nunca antes lo había visto así. Quería
decirle algo, pero en ese momento oí un disparo.
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